miércoles, 18 de julio de 2012

A ÉSE HOMBRE

Un hombre curtido por soles, tierras y sueños,
termina su jornal de hortelano.
Meciéndose es su sillón de mimbre,
mira el vasto mundo con sus ojos cansados.

Se ve en su mirar una calma de espera,
estoico sentimiento de una vidadestino.
Ayer termino de labrar la madre del fruto.
Hoy cultivo el fruto viejo para que resucite.

El futuro juega a sombras y sueños.
Mañana, él, dará lo que necesita el fruto.
Cada día apetecerá anhelos de sed.
Agua y tierra lo criarán.

Mientras el fruto madura,
el viejo contemplador de ocasos,
ve su vida fluir por el río de ríos.
Va apagando sus torbellinos en remansos,

en descansos de navegantes fatigados.
Ese remanso de la vida,
recuperador de fuerzas para el salto mayor:
el avance a la infinitud del abismo.

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