miércoles, 10 de junio de 2015

MATE CANCERÍGENO

(Post de 5 minutos sobre conocimiento, medicina y mate).
(Aclaración previa: mi postura es contra la opinión de la Organización Mundial de la Salud y 100% a favor del Mate).
Tras haber escuchado hace algunos días que la infusión de yerba mate –el mate- es considerada por la Organización Mundial de la Salud como cancerígeno, “sospechando que sea por la temperatura del agua” - argumento axiológico e irrefutable de la ciencia-, me hace pensar qué concepto tienen de Salud los científicos que determinan qué es y qué no es saludable para toda la humanidad. (Me permito una ironía antes de seguir: si el problema es la temperatura del agua, ¿por qué no denuncian a la sopa o al café –ahora es saludable hasta 5 al día-?).
Ante tal noticia que casi me lleva a dejar el hábito diario del mate amargo, por no encontrar respuesta a tales “contundentes” argumentos, me di en la relectura de unas palabras de Macedonio Fernández, bajo el título de “Soliloquio literario”, escrito en 1945 en algún bar o pensión de Buenos Aires, que ahora comparto e invito a leer:
“El mayor poder del mundo es un viejo ayudado. Si la muerte existe es porque ninguna vez ocurrió que un viejo tuviera la total ayuda que necesitaba.
Escribo estas tesis decisivas con el sentimiento de mi discrepancia, que hubiera querido con todo esfuerzo reconciliar, con la teoría de la cocinera Nicolasa, para quien, después de sesudo pensar y experiencia, el mayor poder del mundo era el del Tizne.
Efectivamente, en la vejez uno va alcanzando una solucioncita, o media solucioncita cada día, llegando a tal previsión, a saber lo que le duele y lo que le daña, lo que le sirve y beneficia, que si tuviera una semana más habría remediado todos los obstáculos a su bienestar y persistencia longevística.
No sabría decir todavía, qué es más asombrosamente infinito, menudo, prolijo, si lo que se puede saber o lo que se puede ignorar. A los setenta años de tomar mate todos los días, no encuentro la solución que mi garganta me pide para el sorbo perfecto de tisana de yerba; no sé si me falta una algo diferente yerba, una colocación más apretada o floja de ella, una bombilla más corta o larga o estrecha, una temperatura más o menos caliente, una dirección dentro de la boca del sorbo salido de la bombilla, un sorbo más grande o más pequeño, o casi quemante, etcétera. Lo único que me falta, es haber nacido sabiendo todo esto, congénitamente. (Me tomo un poco excesiva la confianza con el lector de escoger este ejemplo tan material. Sepa el lector, como debía saberlo después de haber leído tanto libro, que no hay nada que sepan menos los autores que los ejemplos de la teoría que dicen sustentar.)
Que se pueda saber la edad de un árbol nacido hace miles de años, y que se pueda ignorar una cosa tan íntima, cotidiana, inmediata, como cuál es el sorbo del mate que una garganta que se usa hace setenta años hallaría satisfactorio del todo; ¿qué es más asombroso? Pero en materia de conocimiento es una vacuidad hablar de asombros de que algo suceda o se que niegue a suceder. Porque, ¿qué derecho tenemos a haber supuesto en un caso dado que algo era más difícil de acontecer y ser sabido, de acontecer y ser ignorado, que otro algo?
Lo mismo se puede morir de esto que de cáncer. Pero perdería ostentosidad la medicina si tuviera que decir en el certificado de fallecimiento que la persona ha muerto porque proyectaba mal sobre el fondo de la garganta el sorbo del mate amargo que usaba todas las mañanas.”
Si viviese Macedonio vería con asombro como se le solucionó el problema a la medicina, ahora la persona no muere por el sorbo del mate o por cáncer, sino de cáncer producido por el mate.
Si bien el texto es sobre la veracidad del conocimiento en general, y en particular de lo saludable para el individuo, y la reafirmación de su autoridad, en particular de la medicina, hace hincapié en la ignorancia de lo cotidiano y de lo propio, aquello que le da al individuo la “solucioncita” diaria sobre qué es aquello que atenta contra su bienestar o la beneficia. Por lo cual, ¿qué es el acto cotidiano de tomar mate? ¿por qué los científicos alertan de su acción letal colateral? ¿por qué no promueven sus beneficios directos sobre supuestos secundarios?
Doctos científico, ¿qué es el mate? ¿Es tan sólo la simple infusión de yerba mate? En lo personal creo que han llegado a suponer su nocividad objetiva, sin tener en cuenta sus efectos directos. El mate es una expresión cultural que involucra al individuo en su trato con sí mismo y en su relación con otros individuos. Cuando se vuelve un acto consiente impone un tiempo propicio para el diálogo, impone pausa, atención. Cualidades que creo no se dan en otras infusiones. Es la materialización de los elementos que fomentan la proximidad entre individuos, es un compartir. Su efecto cancerígeno es el de propagar la amistad.
Por lo tanto, grandes veladores de la salud mundial y cualquier posible lector, ¿algo es saludable por opinión de algunos científico, algo que promueve una longevidad solitaria o aquello que promueve, aunque sea en tiempo breve de vida, las relaciones interpersonales? ¿Es saludable una vida-muerte solitaria o una vida-muerte acompañada?
Si bien en este caso es por el mate, la cuestión va de fondo a preguntarse si es la ciencia la portadora del conocimiento de aquello qué es saludable o dañino para la humanidad, o si dicho conocimiento se da en la vida misma, en aquellas cosas cotidianas y que cada cual las aprende experimentando y pensando “solucioncitas” o “medias solucioncitas” cada día. ¿Qué es lo saludable? ¿Un fomento a la longevidad de categorizaciones científicas o una brevedad de experiencias sobre lo que es la vida?