domingo, 20 de junio de 2010

Comedia a la catarsis

En el penúltimo capítulo de un bello libro de Leopoldo Marechal, encontré al final de un párrafo este fragmento:

“Ciertamente, un espectador <<ilusionado>> (vale decir metido a fondo en la ilusión de lo que se imita o representa en el escenario) no deja de compadecer a los agonistas del drama; y ha de compadecerlos en el sentido literal de <<padecer con>> que tiene dicha palabra. Y el padecer con el agonista, el espectador está realizando en sí mismo de algún modo las experiencias trágicas del actor. Con lo cual, al aclarársele ahora la conciencia de su <<posibilidad trágica>>, el espectador siente a la vez el <<riesgo>> de que su drama posible abandone la mera <<potencialidad>> y se resuelva en <<acto>>. Y esa conciencia de su posibilidad y riesgo trágicos es la que lo lleva entonces la <<terror>>. La <<catarsis>> aparecería luego como un fruto de su experiencia trágica: el significado moral de una <<purga>> que se le da generalmente nos haría entender que nuestros espectador, mediante dicha experiencia, << se ha curado en salud>> del riesgo de las pasiones.” (Marechal, Leopoldo, “Cuaderno de navegación”, Seix Barral, Bs. As., 2008, pág. 144).